Una hermosa oración de San Clemente para comezar el día:
Te rogamos, Señor,
que seas nuestro auxilio y nuestro protector.
Sálvanos en la tribulación,
levanta a los caídos,
muéstrate a los necesitados,
sana a los enfermos, vuelve a los extraviados de tu pueblo,
sacia a los hambrientos,
da libertad a nuestros cautivos,
levanta a los débiles,
consuela a los pusilánimes;
conozcan todas las naciones que tú eres el único Dios,
y Jesucristo es tu Hijo,
y nosotros tu pueblo las ovejas de tu rebaño...
Epístola a los Corintios, 59,2-61, 3
San Clemente Romano.
San Clemente Romano es el tercer sucesor de San Pedro, es uno de los llamados Padres Apostólicos y una de las figuras principales de la antigüedad cristiana. Eusebio lo menciona siempre junto a San Ignacio de Antioquia. Según San Ireneo, Clemente había tratado a los Apóstoles, de los que había recibido la predicación viva del Maestro. Según Tertuliano, de Pedro recibe el diaconado, el sacerdocio y el episcopado. Y según Orígenes, con Pablo colabora en la fundación de la Iglesia de Filipos. Nos entronca, pues, con las mismas fuentes.
En su carta a los Corintios, San Clemente además de esta hermosa oración los invita a trabajar unidos por el reino de Dios:
«Es preciso someterse con humildad. Dejemos la soberbia, enemiga de la armonía. Las ofrendas y los ritos litúrgicos han de celebrarse, no a voluntad de cada uno y sin orden, sino conforme a lo ordenado por el maestro. Sigamos el canon venerable y glorioso de nuestra tradición, conservemos el muro fraterno de la caridad. Sin ella nada es agradable a Dios. La cabeza no es nada sin los pies, pero, a su vez, los pies serían inútiles sin la cabeza. Los pequeños y los grandes se necesitan mutuamente».
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