RCL les invita a leer a Mons. Baltazar Enrique Porras Cardozo.-
La escalada de violencia que vive el país traspasa los límites de lo imaginable. Al creciente número de muertes violentas que nos pone a la cabeza de tan funesto mal en el continente con más de 24.000 muertes violentas en el 2014, se suman las muertes ocasionadas por organismos de seguridad del Estado en ocasión de manifestaciones en contra del régimen.
La reciente aprobación de una disposición que autoriza en determinadas ocasiones al uso de armas de fuego, -entiéndase con capacidad de matar-, ha prendido las alarmas pues se estima es una forma de criminalización de la protesta, de amedrentamiento y del uso “a discreción” de dichas armas en contra de la población. Aun en el caso de que se trate de reprimir acciones violentas por parte de los manifestantes, hay muchas maneras de disuadir sin necesidad del uso de armas letales.
La reciente muerte, mejor asesinato, del adolescente de 14 años en San Cristóbal, corroborada por los videos que contradicen la versión oficial, tiene que llamarnos a la reflexión como ciudadanos y como creyentes. No se trata de estar a favor o en contra del gobierno. Lo que está en juego es la vida humana, independientemente de sus inclinaciones o actuaciones. No es una cuestión política de filias o fobias, lo que está en el tapete es la primacía del ser humano que no puede ser reducido a una pieza más dentro del juego de intereses de quienes detentan el poder. - Siga leyendo en este enlace... La vida o el poder
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